viernes, abril 08, 2011

El Pasajero: Crítica Diario "La Nación"


Autor (libro y letras): Stew (Mark Stewart) / Música: Stew y Heidi Rodewald / Dirección: Ana Frenkel, Florencia Peña y María Onetto / Elenco: Diego Reinhold, Javier Malosetti, Luz Kerz, Pablo Sultani, Deborah Turza, Ivanna Rossi, Mariu Fernández y Leo Bosio / Músicos: Mariano Otero, Gabino Lucio Fernández, Hernán Segret y Alejandro López / Adaptación: María Amelia Gamba / Vestuario: Jorge León / Iluminación: Santiago González Urrutia / Escenografia: Mariana Tirante / Dirección musical y arreglos: Mariano Otero / Sala: Teatro Tabaris / Duración: 110 minutos.


Nuestra opinión: muy buena

Se podría decir, sin temor a equivocarse, que se trata de un gran recital de rock. Esa es la energía con la que músicos y actores suben a escena, y esa es la energía con la que el público sale de la sala luego de casi dos horas de función. Está claro que no es un recital en términos estrictos; allí arriba, hay actores que cuentan una historia, la de un músico y su banda. Y, en realidad, no siempre se trata de rock, pero está en el aire aunque suene una balada con fuertes tintes bluseros. Así, que quede claro que la música es el motor de eso que sucede en escena, por lo que no es casual que sean cinco los músicos que se apoderan de ella desde el comienzo y que se la prestan al grupo de actores/cantantes que tienen el compromiso de ponerle el cuerpo a la historia de este joven que interpretan el talentosísimo -imposible no decirlo una y otra vez- Diego Reinhold y un hallazgo (actoral) como Javier Malosetti (sus dotes como músico son por demás conocidos).

Ambos interpretan al mismo músico en distintos tiempos; uno narra con el cuerpo; el otro recuerda con la voz. Y allí está uno de los puntos más fuertes de Malosetti: tiene la capacidad para ir y venir de la canción a la narración casi sin solución de continuidad. No hay quiebres; no hay zanjas; por momentos, es difícil saber cuándo terminó de cantar y comenzó a hablar, y viceversa.

El lleva el hilo conductor de la historia de su personaje. El -ya músico consumado- cuenta con ternura, con humor, con nostalgia y con mucho cariño su propia historia, esa que Reinhold y compañía desandan gustosos.

La excusa

La anécdota es pequeña: un joven emprende un viaje en busca de su verdad, "de lo real", de algo que cree que está lejos de su hogar, de una madre que lo quiere, pero que no lo comprende. Y el viajar se le presenta como la mejor oportunidad de buscar, de conocer, de encontrar para luego perder. Ese viaje lo lleva a Amsterdam y luego a Berlín, donde el arte, las drogas, lo político, la música le hacen estallar los sentidos. Un viaje ideológicamente ochentoso.

Cada lugar es sinónimo de una persona nueva, de un nuevo giro, de una nueva faceta para descubrir. En esas pequeñas vueltas, es factible encontrar nuevos registros en el trabajo de Reinhold, que lo dejan al desnudo lejos del histrión, del bailarín, del cantante. Esos momentos se transforman en pequeños cuadros sonoros profundamente conmovedores.

El pasajero desborda de talento, principalmente musical, que llega redondo, contundente, compacto, desde una banda comandada por Mariano Otero y el propio Javier Malosetti, que no tiene fisuras y que no da ganas de que deje de tocar. (Las canciones son, de verdad, preciosas.) Y luego desborda de talento actoral, y aunque esté Reinhold a la cabeza no puede menos que mencionarse al resto del grupo, que lo sigue sin perderle pisada y, en muchas ocasiones, le da pie para el lucimiento (se destacan Mariú Fernández y Leo Bosio). Todos sos probados actores, bailarines, cantantes llegados desde el musical y se notan los kilómetros recorridos. Saltan, bailan, cantan, actúan, se entregan a una propuesta completamente novedosa que, si bien es un musical, no tiene nada de parecido a cualquier otro que ande dando vueltas por ahí; lo que se agradece profundamente. La dirección compartida entre Frenkel, Onetto y Peña -más allá del papel puntual que pudo haber ocupado cada una- da un compacto bien armado que, con el paso del tiempo, seguramente ganará en precisión. Por momentos, se siente que el escenario es demasiado estrecho para tanta gente, para tanta energía; igual puede ser ése uno de sus puntos fuertes: nada se diluye; nada se pierde allí arriba.

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