domingo, mayo 08, 2011

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lunes, mayo 02, 2011

Vade retro realismo

Sr. y Sra. Camas - Crítica: Revista Noticias.

Rara la televisión. Y qué rara, todavía más, es la gente que habla de la televisión. En cualquier lado, por aquí y allá, se la escucha decir que la programación de aire es una porquería, que me voy al cable, que la creatividad adónde fue a parar, que todo es repetición soez y burda. Es raro, también, que muchas veces sea esa misma gente la que no se anima a criticar a los exitosos seriados y sí, a pegarles a los caídos en una mala racha llamada “falta de rating” o, dictamen perverso si los hay, “darle la espalda al público”: una categoría en la que entrarían, por ejemplo, el conductor Nicolás Repetto; a veces, según los vientos, Roberto Pettinato; la dupla de productores Villarruel-Llorente; y últimamente, la actriz Florencia Peña.

A Peña no le fue bien, dicen, en “Botineras”, en “Hechizada”, en “Una de dos”; desde la Moni de “Casados con hijos” y “La niñera” no tiene, repiten, ningún suceso en televisión. Claro que por estos dos papeles se llevó el Martín Fierro, pero eso pasó hace mucho, como cinco o seis años y el tiempo vuela. Más cerca está el 2010, cuando ganó el premio ACE como Mejor actriz de comedia dramática por la obra “Un dios salvaje”. Pero eso, por más calle Corrientes que sea, es teatro, no tele, ah cierto, no cuenta.

Además, Peña habla, opina y expone su punto de vista político al punto de convertirse en referente del actual Gobierno. “Actriz K”, le dicen. Puede caer bien o mal tanta exposición y rasgado de vestiduras.

Puede fastidiar tanto discurso golpeándose el pecho, pero lo que no puede pasar nunca es que eso ilumine u oscurezca el trabajo de ese artista. Y los comentarios que recibió esta semana el estreno de “Sr. y Sra. Camas” fueron empalagosamente dilapidarios, extasiados porque el rating no había acompañado. Desde este espacio, si para algo sirve la crítica, intentamos apoyar lo diferente, lo que desborda no con más de lo mismo sino tomando riesgos, con otros ingredientes y especias que vale la pena probar aunque después no nos gusten.

Y “Sr. y Sra. Camas”, la primera ficción realizada por el canal público en 25 años, coproducida con Mar de fueguitos (la productora de Peña), corre esos benditos y maravillosos riesgos: por su humor absurdo, por evitar las claves picarescas, por alejarse del código costumbrista, por no grabar en exteriores ni en “escenarios naturales” sino sumergirnos en la pura irrealidad de los decorados chillones y los dibujos de computadora, por los musicales y esos flashbacks ochentosos.

Y por un elenco de excelentes comediantes, que además de figuras conocidas les da lugar a artistas menos populares y de primer nivel como Noralih Gago, Damián Dreyzik, VanesaWeinberg y los uruguayos Coco Echagüe, Gustaf y Jorge Esmoris. Por todo eso, como pasó antes con “Ciega con citas”, hay que apostar y dar la oportunidad a esta comedia.

domingo, mayo 01, 2011

“No hay que ir detrás de los resultados”


Produce y protagoniza Sr. y Sra. Camas por Canal 7. Cómo sobrevivir en la televisión, su experiencia como directora teatral y los consejos profesionales de su marido.
Desde el fondo de un pasillo de Canal 7 aparece Florencia Peña. Como si no estuviera disfrazada de pies a cabeza –pelucón estridente, batón color chicle y debajo un strapless con tutú– atraviesa un salón comedor repleto de operarios, productores y gente de televisión. Ella sonríe; ellos la miran, pero con la costumbre adquirida en los últimos tiempos. Es allí donde la actriz graba todos los días, además de prestar su sapiencia en la producción que comparte con el canal y la productora Oruga. Pero ésta no es la única actividad que tiene a la actriz como bola sin manija: sale de gira los fines de semana con Un dios salvaje de Daulte, y acaba de estrenarse en su rol de directora en la ópera rock El pasajero, junto a María Onetto y Ana Frenkel. Mientras come una milanesa con puré en la hora del almuerzo, Peña habla de todo.

–¿Cómo aparece Sr. y Sra. Camas en su vida?
–Andaba con ganas de producir, y tenía un par de proyectos en carpeta. Tenía este, que me había traído Adriana Lorenzón hace un año. Habíamos trabajado juntas en Uruguay y nos había ido bastante bien, y me trajo la idea; y nos pusimos a laburar la historia. Yo tenía ganas de hacer algo distinto; primero porque me gusta contar el humor de otra manera de cómo se cuenta en la tele. Vengo de programas que tienen más que ver con el humor más desopilante, más disparatado. Entonces sentí que si el proyecto lo iba a liderar yo artísticamente, tenía que ser algo que me atrajera especialmente. Tenía la idea de no hacer exteriores, de trabajar con cromas, de contar la historia desde un lugar diferente con personajes mucho más psicóticos y disparatados.

–Y además produce. ¿Cómo es la experiencia?
–El doble rol es lo que me agota. Igual yo siempre trato de trabajar con mucha alegría. Realmente estoy a la cabeza del proyecto, trabajo sobre lo que me gusta, sobre lo que no, reescribo, pongo, saco. Entonces es realmente agotador, pero tengo la sensación extraordinaria de poder trabajar con la libertad absoluta de haber hecho exactamente lo que tuve y tengo ganas.

–¿Por primera vez?
–Sí, porque siempre fui contratada, aunque fuera la cabeza. Esta vez es muy distinto, me ocupo de todo. La posibilidad de armar un grupo de trabajo, que crean lo que vos proponés, es lo más importante para mí. Yo trabajé con el Puma (Goity) en Poné a Francella, en Un dios salvaje, y ahora estamos haciendo gira. Nos llevamos muy bien, somos muy parecidos. Estoy feliz con que sea un elenco de actores, que saben hacer comedia. El humor es algo tan especial, tan musical. Cuando hay desafines, no sale. Eso para mí era esencial, elegir un elenco de actores que yo admirara. Y ellos también se tiraron a la pileta conmigo. El programa arranca arriba y es lo mismo dónde termina, no se va a desmadrar. Ese es el humor que me gusta, el que tiene una propuesta de entrada, y eso en general no sucede. Empiezan de una manera y al capítulo 20 son otros personajes.

–Lo que le pasó a usted en Botineras.
–Justamente. Por eso, poder relajarme es maravilloso. Cuando hice Botineras empezó siendo un proyecto y terminó siendo otra cosa. Cuando me empecé a sentir mal quise renunciar y lo hice.

–¿Así de fácil?
–Para nada. Quería renunciar y sabemos que los sueldos de la televisión son importantes. Estaba bastante angustiada porque dejar de ganar ese dinero no era un chiste, y yo tengo una familia. Pero Mariano (Otero) me apoya en todo y me alentó a que me bajara. La plata no es lo importante; le sacó importancia. Me dijo que algo aparecería, que me quedara tranquila, y así fue.

–¿Por eso eligió Canal 7 para este proyecto?
–Vine directo al canal por ese pensamiento de correrme de los éxitos y los fracasos a partir del rating. Es insoportable.

–¿La pasó mal en sus últimas experiencias?
–Estoy totalmente en contra del sistema y la presión que se genera a partir de eso. Nosotros hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos. No hay que ir detrás de los resultados, eso no me pertenece. Cargarme los éxitos o fracasos al hombro es muy injusto. Hay demasiadas variables en el medio. Soy una trabajadora y esa parte del asunto no es lo importante. De un tiempo a esta parte, empecé a hacer mi trabajo donde tenía ganas de estar, y cuando algo no me agradaba, me corría.

–No padece de la ansiedad de quedarse sin trabajo, entonces.
–La tele garpa en tanto y en cuanto lo que esté haciendo yo lo pueda defender. Si no es así, no hay dinero que lo valga. No estoy en la tele por estar en la tele. Te doy un ejemplo, el primer año de Casados con hijos no lo entendía nadie y nosotros lo defendíamos a muerte. Y ahora es lo que es. Por eso defiendo lo que estoy haciendo hoy. Puede gustar o no, es una variable. Lo importante es que yo sienta que estoy haciendo lo que me da felicidad. Pero el problema es que el afuera invade demasiado. Hay que despegarse del afuera, hay que despegarse del resultado, porque en definitiva la carrera del actor está basada en los grandes trabajos, no en los éxitos. Cuando la ves a Meryl Streep en una película, no preguntás cuánta gente metió en el cine. Lo que importa es su trabajo. Yo a esta altura de mi vida, prefiero ponerme creativa y hacer, dentro de lo que me gusta, algo que me interese de verdad. Trabajar en un lugar donde no me siento bien, ya no me llena.

–Usted tiene muchos años de carrera. Debe tener clara la parte mefistofélica del medio.
–Totalmente. Es un medio muy caníbal, con poco respeto hacia la búsqueda, hacia el trabajo. Sobre todo en este momento, donde está muy mezclado todo, el mediático se confunde con el actor, y aparece gente que ocupa lugares que no debería. Tengo muy claro qué es lo que quiero, qué es lo que necesito. A veces me equivoco, pero en general, cuando digo que sí a algo es porque intuyo que me va a aportar algo nuevo.

–¿Y se hizo de una fama de figurita difícil entre los productores?
–No creo tener mala fama, pero sí defiendo mis intereses. Si por eso me transformo en una persona complicada, allá ellos. Yo me defiendo. Creo que el medio televisivo está muy devaluado.

–Ahora también es productora. Podemos convenir en que es la Adrián Suar de las actrices.
–(Risas) Y sí, no conozco otra actriz que tenga su propia productora como Adrián.

–¿Es complicado pertenecer a la televisión y no morir en el intento?
–Yo intento no transar, hacer lo que me da felicidad. Yo empecé en este mismo canal cuando era muy chica, y hoy vuelvo, y está igual. La gente que trabaja acá es maravillosa y en cuanto a la maquinaria, está muy aggiornado. Somos como una revolución, no estaban acostumbrados a ver gente con peluca por los pasillos (risas).

–Usted tuvo un pico de popularidad cuando era adolescente y le decían “La Pechocha”. ¿Eligió el humor y la ridiculización para zafar del estereotipo de chica sexy?
–Seguramente. Para mí fue muy difícil ese momento porque era chica y no quería sumarme a eso. Por suerte me tocó vivirlo hace muchos años, cuando no había el furor ni el auge de lo mediático. Pude zafar y a medida que fue pasando el tiempo pude mostrarme tal como soy. Lo que muestro hoy es lo que soy.

–Hablemos de su experiencia como directora.
–El pasajero es maravilloso. Nos llegó el proyecto y tardé en verlo. Era el DVD que había filmado Spike Lee. Los productores querían que participara de alguna manera. Y cuando lo vimos con Mariano, me enamoré. Yo sabía que no podía actuar, pero quería estar de alguna u otra manera, y acepté dirigirla. Busqué la gente idónea para trabajar conmigo (María Onetto en la puesta actoral y Ana Frenkel en dirección coreográfica) y nos embarcamos. El tema me pareció único, el arte y lo real.

–¿Le puedo preguntar cuándo duerme?
–(Risas) Estoy cansada pero supongo que la energía se potencia si uno hace lo que le gusta.

–¿Cuánto tiene que ver su marido en todo esto?
–Tiene todo que ver. Mariano es mi compañero, es mi vida, es todo. Estamos juntos hace nueve años y somos muy felices. Y muy parecidos, somos apasionados con lo que hacemos, él me apoya completamente en mis proyectos, en mis trabajos, y al revés. Tenemos una vida atípica para el común de la gente. Mis hijos no se acuestan a las ocho de la noche, te imaginarás. Pero seguimos nuestras propias normas.

–¿Qué opinan sus hijos de su trabajo?
–No me dan mucha bola (risas). El mayor es fanático del fútbol. Y además le gusta mucho la música. El más chiquito es muy gracioso, tiene un humor increíble. Además ya es músico. No sabés cómo toca el cajón peruano. El padre toca con él y es impresionante.

Fuente: http://veintitres.elargentino.com