domingo, agosto 08, 2010

Polémica: Florencia Peña - Ley de Aborto

Se está generando toda una polémica en torno a las declaraciones de Florencia Peña...

Florencia ha recibido muchas críticas, incluso se estaba hablando de una desvinculación por parte de Huggies, empresa de pañales en la que ella es una de las caras publicitarias debido a sus comentarios. Por supuesto, también recibió apoyo...

Esta fue su publicación en donde expresa su opinión acerca de la despenalización del aborto:

“La ley de la naturaleza del hombre es la igualdad” Eurípides

El miércoles fue un día distinto. Entre mis actividades, antes de partir para el teatro, tenía la cita más linda de la semana: la promulgacíon de la Ley de Matrimonio Igualitario en la Casa de Gobierno. El encuentro fue una fiesta. Se respiraba alegría. Se sentía la unión de todos los que pelearon duro por esta ley, que avanza sobre el derecho a la igualdad. El salón estaba repleto. Además de legisladores, ministros y otros funcionarios, estuvieron Estela de Carlotto y las Abuelas, Hebe y las Madres, representantes de organizaciones de derechos humanos, de la CHA y la FALGBT , celebridades de la cultura: en resumen, un grupo muy heterogéneno, todos y todas, compartiendo el ánimo de pluralidad y encuentro.

El discurso de Cristina fue, como suele ser, sin cassette, y una de las cosas que más me gustó fue cuando remarcó de que esta ley no le quita derechos a nadie, pero sí se los garantiza a los que carecían de algunos de ellos, como es el caso de la comunidad homosexual de la Argentina. Y recordó también la ley de divorcio que, cuestionada en su momento, también había sufrido varias embestidas por parte de sectores muy conservadores, y sin embargo no se cumplió ninguno de los vaticinios apocalípticos de quienes se oponían. Esa ley pasó a ser parte de nuestra vida como sociedad, al igual que lo será esta.

Charlamos, nos reímos, recordamos el debate y las perlas más destacadas, y obviamente cómo el papel de la cúpula de la Iglesia terminó siendo decisivo, a la hora de la votación. Pero su intolerancia recalcitrante les jugó en contra, igual que algunos de sus aliados, varios de ellos personajes nefastos a la hora de analizarlos.

Tras el acto me subí al auto y emprendí el viaje hacia el teatro, con la sensación gratificante que da haberse involucrado, apoyado activamente una causa y haber conseguido una pequeña pero muy significativa conquista. La lucha continúa, porque todavía quedan muchos derechos por conquistar para ser una sociedad más igualitaria. Pero el camino se construye dando un primer paso.

Y ahí recordé la repercusión, a favor y en contra, que tuvo la crónica que escribí la semana pasada. Por un lado me alegró ver la diversidad de opiniones de los lectores y lectoras de Tiempo Argentino: algo que deberían tomar en cuenta otros medios que (tal vez porque ven amenazadas sus ventas) tildan al diario de ultra-oficialista. Son los mismos que creen que este gobierno es incapaz de aciertos: cualquier asunto donde se nombre a los Kirchner se vuelve demoníaco. Y las personas que celebramos muchas políticas de este gobierno nos convertimos en “títeres oficialistas” que estamos siendo usados. Un recurso típico de los que buscan simplificar la política en pro-K y anti-K. Y realmente, como lo demostró el debate de la ley de matrimonio, hay muchos matices.

La crónica fue además citada y publicada en varios medios de noticias y lugares de internet. Y me sorprendió el enojo y agresividad que generó en muchas personas. ¿Qué es lo que molesta? ¿Que yo exprese mis ideas, que muchos pueden no compartir, y me atacan por eso? ¿O que, como no respondo a ningún “jefe”, y soy simplemente una ciudadana, mucha gente pueda escuchar mis opiniones desde un lugar neutral, y eso pueda afectar algunos intereses? Porque, si bien comprendo que podamos no estar de acuerdo en varios temas, justamente lo más enriquecedor es el debate. Pero los insultos desmedidos y las puteadas a mansalva, dejan en claro que no en todos los sectores hay vocación de debate. Y si no hay diálogo, estamos sonados.

Cuando hablé de la Iglesia, no me referí a los creyentes: hablo de una crisis institucional que viene sucediendo desde hace mucho tiempo, y deja en evidencia una cantidad de problemas. Problemas propios de una organización muy jerárquica y verticalista, regida por dogmas antiguos que entran cada vez más en conflicto con la vida contemporánea, y que pocos están dispuestos a revisar y discutir. Poca coherencia a la hora de asumir “errores” y tratar de enmendarlos: ahí tenemos los casos de abusos a menores que se multiplican, la poca tolerancia con otras formas de pensar y vivir, la falta de autocritica sobre su rol en las épocas más oscuras de nuestro país, y sus hermosos aliados, como Duhalde, Pando y tantos otros que como varios miembros encumbrados de la Iglesia siguen defendiendo la impunidad de genocidas.

Cada uno tiene el derecho de creer en Dios de la forma que quiera, y también de no creer. Pero no podemos aceptar que alguien que se supone más avanzado espiritualmente y más conectado con la idea de Dios que la religión católica profesa, esté hablando de guerras, amnistías, y de que lo obvio se vuelva invisible. Mucha gente que quiero y respeto no está de acuerdo en este momento con esta ley, y nos seguimos queriendo y seguimos intercambiando opiniones. Pero hay personas que vivieron este logro como una amenaza satánica.

Entre los correos que recibo, me llegó un mail de un hombre que hablaba de mis pocos conocimientos acerca de los temas en los que me expresaba. Defendió a capa y espada a De la Rúa y Macri, y puteó desmedidamente todas las acciónes de este gobierno. Que no le respondiera lo enojó tanto que me escribió un nuevo mail, para decirme que no le había contestado por cagona, y que yo tenía una carrera por mis piernas y atibutos sexuales. Me tomé un momento para explicarle que me era muy difícil contestar todos los mails, por obvias razones de tiempo, aparte de que desde su agresión nada bueno se podía construir. Su contestación fue tan derechosa que entendí todo. Me puso: “Vos no sabés lo que es agredir, acá nadie te agredió, estás inventando como hacen los K”. Fin del cuento. Para este hombre agredir debe ser como mínimo un golpe. ¿Cómo será, pensaba, la relación con sus hijos, o su mujer?

Pero lo que más me llamó la atención fue el alboroto que generó una sola línea sobre el tema del aborto. Y sobre esto me gustaría aclarar algunos tantos.

Como todos saben, tengo dos hijos hermosos. Los amo y ser madre es una de las cosas que más me hace feliz en el mundo. Pero creo que la maternidad debería ser una bendición y no una condena. Y si creo que deberíamos avanzar en la despenalización del aborto no es porque yo lo necesite o lo desee. No creo que la clase media o alta lo necesiten, porque cuentan con los medios para que el aborto siga siendo ilegal y, sin embargo, se siga practicando. El aborto clandestino afecta a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Las principales perjudicadas por esta situación son las adolescentes de los barrios más pobres, que pierden la vida a manos de médicos, enfermeras y curanderos inescrupulosos. Y en general no quedan embarazadas de su noviecito de 15: muchas veces son víctimas de violaciones o abusos deshonestos por parte de adultos, delitos que en muchos casos no se denuncian porque el culpables es miembro de la familia. Yo creo que ser madre debería ser un momento de plenitud de una mujer, y no una tragedia o un accidente en la vida de una niña.

Hay mujeres de familias patricias que van a misa, pero cuando viene la noticia del embarazo de la nieta le recomiendan que “se lo saquen” (como si fuera una cosa), en clínicas privadas y con excelentes profesionales claro, porque las horroriza la idea de tener una madre soltera en la familia. Y muchos de los que se les ponen los pelos de punta con el aborto después dicen “estos negros tienen montones de hijos porque no se cuidan”. Recordemos que la Iglesia también desaprueba los anticonceptivos y los profilácticos.

Un ejemplo interesante para pensar es el de los Testigos de Jehová que no aceptan transfusiones de sangre. Mis respetos con sus creencias, pero imagínense que si ellos fueran una amplia mayoría en el país, y se legislara para toda la población de acuerdo con ese culto, se perderían inútilmente un montón de vidas o tendríamos cárceles llenas de médicos y pacientes transfundidos.

Lo que produce negar algo que ya sucede, es que haya ocultamiento, miedo, culpa. Impulsar que se despenalice o legalice el aborto no quiere decir necesariamente recomendarlo. Creo que si el tema deja de ser tabú, habrá muchas más oportunidades de conversarlo y debatirlo, de que una chica o una mujer no tengan que esconderse avergonzadas o temerosas: podrían recibir más opiniones, consejos, apoyo. Muchas mujeres estamos convencidas de que debemos tener soberanía sobre nuestro cuerpo, libertad de decidir sobre nuestra salud física y mental. Tal vez a algunas les cueste aceptarlo, pero les pido que piensen sin prejuicios y sin hipocresía. No creo que a ninguna mujer le guste la idea de abortar y sin embargo las estadísticas muestran que un alto porcentaje recurre a esta práctica a lo largo de su vida. Incluso mujeres que ya tuvieron hijos. Miremos a nuestro alrededor, a nuestras amigas, familia, colegas, vecinas y veremos la evidencia: no estamos rodeados de asesinas.

Sin duda, hay que hacer campañas de anticoncepción y educación sexual, generar conciencia sobre la salud reproductiva. Ese es un trabajo lento y que llevará años. Mientras tanto, la realidad sigue apremiando.

http://florenciapena.com/blog/2010/07/ladran-sancho/

Más allá de cualquier polémica, este blog también sostiene que Florencia realizó esas declaraciones como una opinión personal por lo que n
o nos hacemos cargo de las mismas.
Los comentarios con insultos y agresiones, no serán publicados.

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