jueves, enero 21, 2010

Cuando la noche desbarranca.

Crítica Un Dios salvaje - Clarin.

Un combo ajustado y preciso entre texto, interpretaciones y dirección hacen de esta premiada obra de Yasmina Reza un espectáculo muy potente.
El espacio escénico: un living de una familia acomodada de clase media que bien podría estar ubicado sobre la Avenida Las Heras y que ha podido observarse iluminado y vacío durante la ceremonia de ubicación del público en la sala. Hay un apagón y, tras el golpe de luz, los cuatro protagonistas, como en un fundido cinematográfico, ya están metidos a todo galope en la historia. El efecto produce un sacudón perceptivo, como una indicación de ajustarse los cinturones que empezó la travesía. Reina, como sugiere la indicación del texto original, una atmósfera grave, cordial y tolerante. Pero hay una tensión indefinida en los cuerpos de guardia levemente alta, algo que desprende la idea de que las parejas recién se han conocido.

La línea de acción, transparente como en casi todas las obras de Yasmina Reza, ubica a dos parejas que se han citado para tratar de entender por qué el hijo de los dueños de casa padeció la rotura de un par de dientes en una pelea callejera con el hijo de los invitados. Claro que en el devenir de la noche interminable, van a ocurrir otras cosas. Es que Un Dios salvaje planea, agriamente, pero con un humor salvador y lúcido, sobre la contracara febril y atormentada que se guarece tras los pudores de la conducta social. La obra, que subió esta semana a la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, es una comedia lisérgica y oscura, en la que los personajes atraviesan el velo narcisista para quedarse colgados de una angustia personal, una soledad profunda que no se repara ni con estrudel casero, ni con celulares último modelo, ni con libros de arte exclusivos, ni siquiera con el mejor ron venezolano. "Es la peor noche de mi vida", dirán, en diversos momentos, los protagonistas de la historia.

Gabriel Goity (Miguel) es el dueño de casa. Es un vendedor exitoso de ollas, entre otras cosas, un tipo gracioso que chapalea en una violencia contenida que retiene y retiene. María Onetto es Verónica, su esposa, que en sus escritos insiste en acaparar los males de este mundo y sobre todo definirlo, tenerlo bajo control. Son los padres del niño golpeado. Annie (Florencia Peña) es una frívola ama de casa y consejera en cuestiones patrimoniales, pero sobre todo padece a un esposo, Alan (Fernán Mirás), que no conoce la culpa ni los límites ajenos: un abogado sin alma de un laboratorio de alcance mundial. Las cuatro criaturas están ahí, muy visibles, intensas, trabajadas desde el cuerpo. En ellos se verán las secuelas y los estragos de la gran noche. La puesta tiene el mando de Javier Daulte, que conoce el don de contar historias y sabe entender muy bien los momentos en que los personajes tienen que gritar o caer en un susurro, trastabillar o vomitar de cara a la platea.Aunque el gran acierto de la puesta acaso esté en varios agregados al texto original, unos retoques mínimos o remates necesarios que le confieren un inefable clima local a la historia. Al parecer, el director ha dejado jugar a los protagonistas y le ha prestado atención a esos recursos que surgen disparados en el vértigo de los ensayos. Es notable, también, el clima de esas complicidades entre los matrimonios que, a veces, mientras la noche desbarranca, saltan el cerco para tejer alianzas con los recién llegados. Sólo en un par de momentos el clima se desacomoda y aparecen vibraciones que no terminan de ajustarse al tono general: una melodía caótica, muy precisa. Se sabe que en las obras de Daulte se grita y por eso está bien la profundidad de una escenografía -pensada por Alicia Leloutre- que los contiene y les confiere el peso necesario. Significativos resultan los efectos especiales de Alex Mathews y la coreografía de las escenas de violencia montadas por Gabriel Rovito. La música de Gerardo Gardelín, el vestuario de Mariana Polski y la iluminación de Matías Sendón acompañan el clima del relato: un zapatazo al ángulo inatajable.

Imágenes de la Obra:



Fuente: http://www.clarin.com/

Gracias Renzo por las fotos!

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