Tiene tres discos editados que fueron muy bien recibidos por la crítica especializada, que incluso le otorgó más de un premio. Es, además, el esposo de una estrella, la actriz Florencia Peña, con quien, asegura, pasa “ horas y horas hablando de este tema de la relación entre el arte y la popularidad”.
—¿Y han llegado a alguna conclusión en esas charlas con Florencia?
—En principio, me parece que cuando pensás sólo en la popularidad, no estás pensando en el arte. En el caso de ella, creo que esa popularidad es sólo un excedente. Tuvo la suerte y la desgracia de crecer famosa, de crecer bajo la mirada de los demás. Hace unos días hablamos como cuatro horas de esto, de hecho.
—¿Vos decís que la fama es, en algún punto, una desgracia?
—Digo que crecer siendo juzgado es muy complicado. Lo que te hace ir a terapia, por ejemplo, es en una buena medida la mirada de los otros. Cuando sos famoso, todos se sienten con derecho a opinar sobre vos, sobre tu vida privada. Hay que aprender a convivir con eso. Y hay que soportar ser observado y juzgado todo el tiempo. Ella entiende que forma parte de su trabajo, pero si sos una persona sensible, la exposición es compleja.
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