domingo, octubre 22, 2006

El marido de Florencia Peña brilló como banda soporte de Dave Holland

La presencia de Mariano Otero y su banda en la apertura del concierto de Dave Holland no debería ser considerada como la mera actuación de un "grupo soporte". En primer lugar, por la extensión de esa actuación, de casi cuarenta minutos; en segundo, por las relaciones y oposiciones que necesariamente se establecen entre dos agrupaciones que comparten el significativo hecho de estar lideradas por el contrabajista; es así como cierta rigidez del quinteto de Holland quedó retrospectivamente subrayada por la forma abierta y la flexibilidad rítmica de la banda de Otero.
Otero abrió su presentación con un homenaje a Mingus (Mingusiana) y la cerró con un homenaje a Holland (Hollanda), aunque su concepción orquestal está mucho más cerca del primero que del segundo; por su tono emocional, por su sentido de la suspensión rítmica, por sus variables orquestales y por una productiva reelaboración del viejo concepto de melodía de timbres, donde una misma línea es permanentemente relevada por diferentes instrumentos de viento (saxos, trompeta, fluegelhorn, corneta, trombón). El expansivo sentimiento melódico de Otero se verifica también en la originalidad y en la perdurable belleza de los temas.
Dave Holland volvió a presentarse con Robin Eubanks en trombón, Chris Potter en saxos, Steve Nelson en vibráfono y marimba y Nate Smith en batería. El quinteto revela un desplazamiento respecto de las formaciones del jazz tradicional, que es también un desplazamiento hacia el grave, con el trombón reemplazando a la trompeta en su pareja con el saxo y con el vibráfono (y marimba) en lugar del piano (aunque el refinadísimo Steve Nelson no busca remedar el sonido del piano sino que mantiene un toque fuertemente percusivo, no demasiado resonante, que corrige la característica blandura del vibráfono).
El quinteto recorrió piezas de su último Critical Mass y de discos anteriores, siempre con el mismo esquema de repartición simétrica de solos y líneas principales: una simetría auditiva y visual con eje en Holland, cuyo contrabajo sostiene invariablemente la célula rímtica de todo el edificio. Amator Silenti, la exquisita pieza de Steve Nelson, y también Easy did it, una especie de blues que Holland dedicó al pueblo de Nueva Orléans, introdujeron una oportuna dosis de lirismo en un esquema rítmica y expresivamente algo reseco, donde la sostenida exasperación de los músicos, siempre a su debido turno, se confunde a veces con cierto embelesamiento ante la exactitud del mecanismo general.

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