Habla de su separación de Mariano Otero y su incorporación al "Bailando 2012"
EL DIA DESPUES. “Creía que la noticia sería fuerte, pero nunca imaginé semejante estallido. Tuve guardias de todo tipo y color y micrófonos de móviles pegados al portero eléctrico”, dice como quien regresa con gusto al juego de las repercusiones populares. “Luego de trece años y varios amagues con Adrián Suar, vuelvo al Trece –su último trabajo fue en La Nocturna (1999)– pero con un contexto tan diferente como esta Florencia”. Y encuentra en el término “inquietante”, la definición del día después. “Trato de no ver tele, pero me sorprendió escuchar por dónde pasaban los ejes del gran debate. Y no se trataba de lo anecdótico del hecho de que una actriz, tal vez de otro palo, pise la pista de Bailando. Otra vez reaparece una etapa para mí sobreentendida. Es agotador que se mezcle la política en cada uno de mis pasos”.
–¿Hasta cuándo cargarás con esa suerte?
–Confío en que se irá diluyendo. Pero no se trata de Florencia Peña –por eso no quiero victimizarme–, sino de un país en el que todo está radicalizado, donde todo es blanco o negro. Desde hace un tiempo mi frase es: Unidad en la diversidad. Más allá de mí, estos temas puestos sobre el tapete no hacen más que polarizar los debates. Cuando estaba en el 7 era paga del gobierno, hoy en el Trece soy una vendida.
–¿Cuál es tu estigma?
–La vehemencia con la que un día salí a defender mis ideas. Pero soy así. Fui apasionada, tal vez sin medir consecuencias en una sociedad sensibilizada. Pero creo que nadie puede odiarme tanto por eso. En definitiva, por lo que milité habla de vida, arte y amor: la ley de matrimonio igualitario, el ingreso universal por hijo, los derechos humanos, la ley de medios. ¿Pudo haber molestado tanto que alguien popular, sin ideología manifestada a priori, y a la que sólo se le pedía que fuese graciosa hable de esas cosas? Quizá necesite equilibrar; el camino que transité me sirvió para darme cuenta. Sigo siendo la misma que requiere el humor para vivir, para exorcizar carencias y convertirlo en mi misión.
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