Hace un tiempo salió en Puroshow.com un especial de Florencia Peña contando cuales eran sus pecados capitales... Mucho humor!
Mis 7 pecados como mamá
“Y bueno, hoy habrá que juntarse” dice Flor Peña, fiel a su estilo y con cierta rebeldía a los formulismos sociales. Hace 23 días fue madre por segunda vez, tiempo suficiente para hacer un particular balance del oficio y confesar los divertidos pecados de su más querida condición: la de mamá de Tomás (5) y de Juan. La actriz dice que ahora va por la nena: “necesito canalizar mi putéz y poder clavar un moño rosa”. Se reconoce adicta a la compra de mamaderas, atesora cantidades de papas fritas con caritas, se hartó de los autos de colección, prefiere no salir de su casa antes que hacer el bolso del bebé.
Se proclama defensora de los derechos femeninos de las amigas de su hijo, se jacta de ser una mamá liberal y ya no le da envidia la belleza de los bebés ajenos, porque como suele decir: “lo más importante no es la apariencia, sino que tenga un pito grande”. El tributo a todas las madres en su día, desde una grande que sabe amar y educar con un valor muy personal: el humor.
La envidia: El hijo de los otros siempre tira toda la noche.
“Ojo, mis hijos son divinos de buenos, pero nada me despierta más envidia que cuando otra mamá dice: el mío toma la teta y duerme ocho horas de corrido. No, no, pará. ¿Qué haces?, lo drogas!.
Porque cuando cae la noche yo sé que no voy a dormir. Cómo hacen las que dicen: el mío tiró toda la noche?.
Una vez, recuerdo que cuando nació Toto creí que se trataba del bebé más lindo del mundo. Después de la cesárea salí a caminar por el pasillo, iba acompañada de un brazo mamá, del otro mi suegra. De repente de una puerta sale otra madre con otro bebé y más lindo que el mío. Sentí envidia. Dije: no puede ser que me esté pasando esto. Les pregunté: mamá, Mimí, por qué ese chico es más lindo que el mío?. Qué estúpida, me deprimí en serio. Después te das cuenta que eso no importa, a la larga lo único que importa es que tenga el pito grande. Porque con el dinero se compra el resto.”
La Lujuria: El shopping maternal.
“Debo confesar que como mamá soy una lujuriosa consumista, ese es mi exceso. El último ataque de compras fue en New York hace muy poco. Viajamos embarazados y aproveché para comprarle allá todo a Juan. No se por qué, pero me agarró un delirio con las mamaderas, porque acá son caras. Allá hay un lugar, Baby are us, que me vuelve loca. Entraba cada vez que pasaba, todos los días y cuando nos separábamos con Mariano para hacer compras individuales. Siempre compraba una, ahora tengo en casa dos canastos con mamaderas y chupetes. Creo que necesito diez hijos más para usarlas todas, pero es que estaba tan baratas!.
Después se me dio por los enteritos con pie. Me fui a un oulet que queda enfrente del Punto Zero de Manhattan y arrasé con todo. Meta enteritos con pie, es que salían cuatro dólares!. Sumé como 25, de los cuales hoy 10 ya no le van y el resto es bien de invierno. Qué le voy a hacer?, me agarra la compulsión con la barata. En ese mismo viaje pasamos por Miami cuando llevamos a Toto a Disney, el viaje de niño solo antes del nacimiento de Juan. Y bueno, volví a caer en Baby are us, para saber si tenía lo mismo que el de New York. Y había. Encontré una cuna divina y me la traje. Mariano me puteaba por la cuna y por seguir comprando. Tanto es así que compraba y escondía todo en medio de la valija para que no se avivase. Pero las puteadas siguieron cuando tuvimos que traernos semejante caja”.
La gula: Papas de caritas para los chicos.
“La comida no me genera obsesiones como mamá, pero le doy cuando estoy ansiosa. Durante el embarazo de Juan me daba el antojo de pebete de salame y queso. Vaya a saber qué me disparaba el salame!.
Cuando parí me tuvieron a dieta líquida. Tuve que estar en ayunas desde las 10 de la mañana y tuve a Juan a las 9 de la noche. Después medio día más a sopita. Estaba que no daba más, ¡casi le muerdo la mano a la enfermera!. Pero ella me traía medialunas que eran una bomba, obvio que clandestinamente. Y yo le daba a las medialunas de contrabando, hasta que se me hizo una panza terrible. Porque a todo esto estaba con retención de gases. Una vez entró el médico y me dijo: pero nena, qué te pasó?.
En casa la gula se me desata con un solo producto: las papas fritas de caritas para Toto. Hago las compras por Internet y le doy al clic cada vez que las veo. No me pregunten por qué, pero tengo setenta bolsas para tirar al techo. Ayer tenía ganas de comer choclos, abrí el freezer y sólo tenía papas de caritas.
Ya me hice una nota que pegué en la heladera: no comprar más papas de caritas.”
La avaricia: Basta de autitos de colección.
“Si hay un límite que me cuesta poner es el de los juguetes, en eso tengo el sí fácil y es todo un tema. Hasta sobreviví a Disney, el epicentro de la compra infantil. Pero hay algo que me puede, la colección de autitos de Toto: Meteoro y HotWheels. No hay día en que no se quiera comprar uno, pide para ir a la juguetería a cada dos minutos. Los autos son los de seis pesos, no pasa por lo económico. Es más, él tiene una alcancía y ahorra porque le enseñamos el valor del dinero. Pero debo marcar un límite con el consumo porque son las siete de la mañana y se me aparece en el cuarto diciendo: vamos a comprar un autito?. No, no, qué estamos haciendo?.”
La pereza: antes de preparar el bolso del bebé, es preferible no salir.
“Todo, pero todo, me da pereza. Desde levantarme para dar la teta o preparar la mamadera hasta cambiar a Juan porque se cagó. A quién no le gustaría ser vago para siempre?, pero hay que ponerse las pilas y amo a mis hijos. Me encanta ser mamá, pero me da mucha pereza salir a la calle con el cochecito. Un día decidimos salir en familia, primera salida de cuatro, y me olvidé la mamadera. Pobrecito, el toma teta y mamadera porque no tengo mucha leche, y se cagó de hambre desde que salimos hasta que llegamos a casa. Me da tanta fiaca armar el bolso…ayer fui a hacerme el color a la peluquería y me olvidé de llevar algo donde dejarlo. Estuve dos horas con Juan en los brazos mientras me pincelaban la cabeza. Hace una semana fuimos al shopping, y como me olvidé la mamadera tuve que meterme en el supermercado para comprar una lechita. Ahora, por qué le dicen cajas rápidas?. Estuvimos dos horas en la cola. En fin, antes de hacer el bolso, prefiero quedarme en casa.”
La ira: La discriminación sexista de Toto.
“De cada diez veces, uno quiere matar a los niños… nueve. Si hay algo que me saca es el maltrato de Toto hacia una amiguita. El otro día la invitó a jugar a casa, porque le gusta un poco. De repente la empezó a maltratar como si fuese un adulto. Le hablaba mal y la ignoraba. Siempre me hace lo mismo, la nena vino llorando y me decía: "Flor, Toto no me habla!". Lo senté y le dije: escuchame una cosita, ¿cómo es esto?, ¿la invitás para no hablarle?. "Es que esta no juega a nadie, lo único que quiere es caminar con tacos", me contestó. A todo esto, la otra criatura llorando. Me llevó un largo rato. Otra cosa que me saca es que salte en mi cama con las zapatillas o que se lleve el pote de dulce de leche y la coca al sillón del living. Señora mamá, le doy un consejo, no se compre sillón con funda color crema, mejor elija tapizarlo de cuero. Antes de nacer Juan, se metía en el cuarto del bebé para ensuciarlo. Pero por favor, ¿de qué hablamos?.”
La soberbia: El regodeo de la despreocupación. “Me parece re buen plan despreocuparme. Es una característica de mí que me hace feliz. Si soy cero obsesiva nunca me angustio. Por ejemplo, no me martiriza pensar que un hijo mío puede llegar a ser drogadicto porque confío en el amor que Mariano y yo podemos darles. Soy tan insegura en la vida, razón por que la seguramente soy actriz y busco el aplauso permanente, que nada coincide puertas adentro como mamá. Soy una madre amorosa, y Mariano un padre amoroso. Descanso mucho en esa actitud y me pongo soberbia cuando digo: hay que cuidarlos pero con libertad."
Muy divertido, muy gracioso (Aunque había un par de errores de tipeo...)
http://www.puroshow.com/?se=55&id=11047
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